Ruta de los Pueblos Blancos

La Ruta de los Pueblos Blancos es una de las más conocidas y bonitas para hacer en Andalucía y, cada año, miles de viajeros y turistas, se dejan embrujar por el contraste de las blancas paredes encaladas de estos pueblos con el azul intenso del cielo y el mar, y se lanzan a recorrerlos saboreando en cada camino recorrido, el auténtico ser original y a la vez pintoresto de la Andalucía de interior.

Ubicados entre las provincias de Cádiz y Málaga, estos pueblos deben el nombre con el que se les conoce, a la tradicional costumbre de los habitantes de encalar las fachadas de sus casas, adornándolas con macetas de flores de vivos colores, creando un hermoso espectáculo visual cuando éstos se mezclan con el marrón y verde de las montañas de las sierras, el azul del cielo y el dorado del sol.

Además muchos de estos pueblos cuentan con un abundante patrimonio arqueológico como calzadas romanas y en ellos perviven historias de cómo fue la vida cotidiana de Al-Andalus, la economía ligada al cultivo del aceite y la producción artesanal de artículos de piel. También son herencia de este territorio las leyendas de bandoleros que tanto gusta conocer sobre todo a los niños, así como el origen de sus nombres como Benamahoma que significa «la casa de Mahoma» o Alcalá (El castillo), Algar (la cueva) o Zahara (la fortaleza).

¿Qué vamos a ver durante la ruta?

Arcos de la Frontera, declarado Monumento histórico-artístico, es uno de los pueblos blancos más célebres. Esta localidad de singular belleza, está encaramada en una peña de 96 metros de altura y gracias a esto, se pueden observar impresionantes panorámicas del río y la campiña desde cualquiera de sus miradores. Otro de los factores importantes para la visita de Arcos, es sin duda su casco antiguo, con aire morisco y medieval, callejas de trazado caprichoso flanqueadas por murallas, grandes iglesias y mansiones nobiliarias, así como viviendas populares con deslumbrantes paredes encaladas y patios interiores repletos de plantas.

Podemos continuar la ruta visitando otras pequeñas poblaciones como Algar y Espera con un importante patrimonio cultural con antiguas iglesias y donde se podrá realizar la visita a la ciudad romana de Carissa Aurelia y al Castillo de Fatetar.

Otros pueblos como Ubrique, El Bosque y Prado del Rey son conocidos no sólo por la belleza de sus paisajes, sino también por su artesanía.

Más hacia el este se encuentra el municipio de Villaluenga del Rosario, donde se encuentran las cuatro simas más importantes de Andalucía, lo que lo convierten en uno de los puntos más importantes de la provincia para la práctica de deportes como la Espeleología, así como otros deportes de aventura. También destaca su plaza de toros construída sobre roca en piedra seca y sus quesos payoyos.

Otra poblaciones como El Gastor, Puerto Serrano, Benaocaz y Bornos también forman parte del recorrido, cada uno con sus fiestas, sus castillos y sus peculiaridades.

La ruta se adentra en el Parque Natural Sierra de Grazalema, declarado Reserva de la Biosfera, donde no podemos dejar de visitar la localidad del mismo nombre, referente de la arquitectura popular andaluza por su cuidado urbanismo, así como Zahara de la Sierra, declarada conjunto histórico artístico desde 1983 y con uno de los paisajes más espectaculares del entorno, entre los que destaca su precioso embalse, siendo una de las paradas obligatorias en la Ruta de los Pueblos Blancos.

Más al norte nos encontramos con los municipios de Algodonales, a los pies de la Sierra de Líjar y perfecto para la práctica de deportes aéreos como el ala delta o parapente; Villamartin con su Dolmen de Alberite, uno de los monumentos megalíticos más antiguos de la península ibérica u Olvera, que fue plaza fuerte en las guerras fronterizas y que destaca por su magnífico castillo Nazarí, declarado bien cultural desde 1985.

Podemos cerrar la ruta visitando Alcalá del Valle y Setenil de las Bodegas, con la insólita disposición de sus casas; excavadas en la montaña, siguiendo el cauce del río.

La Ruta de los Pueblos Blancos constituye una magnífica oportunidad de disfrutar en familia de la hospitalidad, del patrimonio y de la belleza de los paisajes de los pueblos de Andalucía.